6 poemas inéditos
HOMBRE
Ya eres hombre,
y Dios te dijo “camina”.
Erguido te hizo y te dijo “yérguete”.
Sé soberano y para ello “ama”.
Entre el pájaro y la ciénaga,
no eres un producto acabado.
Por ello el tiempo fustiga tus espaldas.
Tu vida es un peligro, “¡avanza!”
Estás entre Dios y la rata.
Entre la miel y la daga.
Vives entre el escándalo de la carne y la luz de lo sacro.
Decídete y lucha.
Esto te digo porque te amo.
Debes ser hombre que crece hasta el confín de tu fortuna.
Debes ser hombre que crece hasta la blanca ave del alma.
Porque ya eres hombre y entonces ¿qué serás en la próxima vuelta?
¡Que no sea una insana precipitación hacia la nada!
Tú sabes que la muerte es obligatoria,
porque todo aquí tiene un porqué y un sentido.
Te lo digo:
Más bien cada muerte es tu natural metamorfosis recurrente,
hasta que culmines en la dichosa eterna armonía,
cuando de animal erguido,
¡alces tu diáfano vuelo al abrazo del Más Bello!
PASOS
Hasta que se ahoguen de una vez todos los gritos,
hasta que tus pasos también sean mis pasos,
hasta que agotemos todos los conductos,
caminaremos por senderos distintos,
confiando en el poder y en la gloria,
y firmaremos nuestros tratados con orgullo.
El firmamento simula estar callado,
mas con dulce sinfonía pasea a las estrellas en la noche.
Callado parece también el pensamiento de los sabios,
pero en verdad mantiene un concierto interno,
que se deja escuchar por los que lo anhelamos.
El mismo viento es un discreto soprano,
y el oleaje del océano modera su tono,
para escuchar el amoroso llamado,
del caprichoso Niño tras la vorágine de leyes.
Pero nosotros simplemente seguimos multiplicando pasos,
atados a una frenética sed de conocimientos,
la ciencia nos lanzó a arenosos desiertos
y con grandes títulos estudiamos lo más pequeño.
Este universo es como una cajita de plata,
donde una niña rosada guarda su diario de vida,
con una lista de nombres de todos los que le han fallado,
y que le rajaron el corazón con los mismos cuchillos,
con que en los árboles de la plaza le escribieron “Te Amo”.
DOLOR DEL MUNDO
Dolor de mundo hasta que se acabe el mundo.
Hasta que se acabe la inmundicia de los deseos propios.
Hasta que mis manos estrechen otras manos.
Hasta que mis manos digan la palabra hermano.
Iré gimiendo el pesar de mi loca independencia.
Quise alterar el cosmos con mi infantil pataleta.
Los grandes ascetas del saber permanecieron incólumes y me dijeron
que todo estaba bien, que no había razón para tanta alarma.
Pero yo sufría porque el mundo ve el amor como un barato producto autodidáctico.
Algo así como una rápida liquidación por fin de temporada.
Lo siento, pero diría que somos los maestros chasquillas del amor.
Mientras que se ha vuelto ciencia el estudio del aborto y de matar vacas,
y mientras los hombres odian las responsabilidades divinas.
Me di cuenta que unos han ollado otra ciencia,
una ciencia de luz y de optimismo,
una ciencia sustancial y de paz festiva.
Debe haber algo así.
No tiene sentido que el Dios Luz guarde a sus hijos en las sombras.
Tiene que existir esa ciencia que te invada de infinito.
Donde el sentimiento valga más que el impuesto a la renta,
y donde un corazón puro valga más que el sexo o la barriga.
Donde el amor, magnánima energía, reine supremo por sobre todas las cosas.
Tiene que existir ese mundo donde la verdad es Verdad y donde el amor es Amor
Donde hay más soles que uno solo,
y más miel que el de las abejitas obreras.
¡Cómo no! Tiene que existir bajo el reino del todo poderoso.
Pero los buscadores de carroña nos gobiernan.
Los amantes de la grasa y de los huesos,
y nos amarran al dolor del mundo.
¡Ay! ¡Con qué facilidad cedemos a nuestras flaquezas!
CREACIÓN
Y decidió el hombre hacerse enemigo del hombre,
una vez que ya había derruido su propio contorno.
Decidió que era grandeza pisar la cabeza de los otros.
Que era triunfo mostrarse como el más talentoso.
Todo comenzó cuando el hombre creyó gozar de algo que Dios le había negado.
Todo comenzó cuando el hombre decidió volverse enemigo del hombre.
Cuando pensó que vivir fuera de la ley era más práctico y cómodo,
y cuando sentó como legal y justo lo que decidió en pomposas reuniones.
Sí, también se puso por meta el conocimiento de las ciencias.
Esas que se desarrollan con las muletas de la razón y los sentidos.
Esas que te enredan en una fantasía de frágiles átomos,
y que muestran desinterés por las profundidades conscientes.
Y entonces ese hombre nacido para ser inmortal decidió abrazar mil muertes.
Ese hombre nacido para vibrar en la luz buscó la penumbra de las drogas.
Cultivó el sexo y las banalidades como si fuesen las exquisiteces de la vida,
y vistió de cultura sus festines de coñac y de marrano.
Estoy harto de la imbecilidad de la TV y de los periódicos.
¿Cuántos bosques muertos por el comercio del chimento?
Estoy harto de esos estadios saturados de gritones huecos.
Odio los chicles, el azúcar blanco y la Coca cola y su genealogía,
y esos cigarros anunciados por hombres pedantes y modelos serviles
Todo se ha vuelto una morbosa explotación descarada.
Los triunfadores ejecutivos son los mafiosos de un público hedónico e ignorante.
Hemos visto a los religiosos bebiendo de su mismo tinto,
en esas fiestas donde degustan a un hermano degollado.
Sé que tendré pocos amigos en esta tierra.
Que si mi voz tuviera eco resonaría en catacumbas.
De una vez que vibren las trompetas de los puros.
De una vez que los latidos de la creación infinita:
Marquen el luminoso tiempo para nuestro encuentro con lo Absoluto.
POESÍA AL HERMANO
Murió mi hermano.
Le echaron flores del desierto.
Le desplomaron tierra abajo y lo anularon.
Como uno más de los desperdicios de la tierra.
No sé si hubo festejo de la Luna,
o si orquestó el sabbath de los vampiros.
No sé para qué sirvió su muerte o su vida,
quizás para abrir la dolorosa llaga del tiempo,
y mostrarnos que siempre fuimos los mudos,
los indolentes testigos de la ignorancia del que sufre.
Lo que más me molestó fue la pasividad del contorno.
Que todo siguiera como si fuese lo más natural del mundo.
Como si todos fuésemos gallinas impedidas de trascendencia,
y ver esas parejas sustentando la ilusión de la vida,
creando con sonrisas de ilusión lo mismo que se llevó mi hermano.
No hubo para él un minuto de silencio,
porque serían entonces muchos los silencios de la Tierra,
y tal vez el hombre descubriría los secretos que lo adormecen.
Simplemente lo resolvieron con unos sellos.
Algo así como el mismo nacimiento.
(Los médicos expertos siguieron la ecografía de su muerte)
Mientras yo lloraba tontamente,
por ser el único que guardaba lágrimas de fuego,
por ese ángel que nunca pudo alzar su vuelo.
Quién sabe en qué lugar será embrión de vida,
como la flor que se muere para dejar un fruto.
Como la flor que se despluma en mil semillas.
No sé en qué cielo será arco iris o pájaro.
No sé en qué mar gozará música de olas.
Yo amaba a mi hermano como un alma que abraza.
Pero parece que muchas realidades se escaparon de nuestras manos.
Y que no estábamos preparados para la superficialidad del mundo.
Vi árboles arrugados, enraizados, solemnes y silenciosos,
y pienso que en medio de esa procesión de tristeza fingida,
eran ellos los más sabios,
los mudos testigos de la muerte de muchos hermanos.
Estoy triste.
Porque no puedo abrazarte y decirte que eres alma.
Porque ya no podré decirte que en verdad no has muerto.
Que ahora eres semilla para otros hermanos.
Estoy llorando porque el mundo sigue en este silencio,
y el hacha del tiempo sigue pidiendo sangre fresca.
¿Por qué cruzo el mudo Sol el espacio celeste?
¿Por qué las mudas estrellas se quedaron llorando en silencio?
¿Por qué no hablamos la callada lengua de los que sienten?
Porque al final todo se volvió un carnaval de risas y de fiesta.
Por eso yo me harté del ruido de los hombres.
Ellos se pusieron gorritos de cartón y se subieron a la calesita de sus vidas.
Pero yo no podré olvidar esas flores que trajeron de la arena.
Ni esa boca grande que quizo tragar el recuerdo de mi hermano.
SUEÑOS
Yo les dije que solo era un sueño,
pero igual sacaron sus espadas y cuchillos,
sacaron sus banderas, trompetas y tambores,
y estaba la tierra empapada de sangre,
y a mí querían arrancarme los ojos.
Unos hombres juraban y otros cantaba himnos.
Se odiaban y se amaban frenéticamente.
Lo recuerdo bien.
Pero ellos no querían creerme,
mientras se lanzaban promesas eternas.
Yo les dije que ni amen ni odien,
que era solo un sueño.
Pero me miraban con seños fruncidos,
y me apuntaban con índices y fusiles.
Yo les dije que ni amen ni odien.
Yo les dije que crucen la colina de la envidia.
Yo les dije que había un estado de vigilia.
Podía sentirlo en mí.
Podía sentir que el sueño no podría ser para siempre,
que tendría que morir en águila y en murciélago,
que tendrían que borrarse las firmas y los nombres.
Que tendríamos que volvernos niños.
Yo podía sentirlo de alguna manera.
Y por eso sentía entre miedo y risa,
como que yo ya no encajaba en todo aquello.
Pero les dije que había hombres guardando continua vigilia.
Es claro, no me creyeron. Ni me hicieron caso.
Más tarde comenzaron a derretirse las medallas,
y enojados conmigo quisieron encenderme una hoguera,
y ahí pude escuchar la plegaria de los que nos aman en secreto.
Tuve que buscar solo la cumbre de la Luz,
hasta sentirla golpeando mis ojos junto a un canto sereno.
Pude entonces sentirme feliz de estar vivo,
y de que las cosas no fuesen como ellos decían.