Oda al sol I

suryaTe amo, te saludo, te reverencio,
Pequeño haz, manso reflejo del resplandor de Mi Señor
Nutridor de mi fe, alma desnuda,
Hacedor de Arco Iris, elixir de cada flor.

Me encanta tu cielo azul,
Cuando desbaratando nubes invades el grisáceo dí­a con gran vigor.

Eres la alegrí­a de los niños, la esperanza del anciano,
El señuelo de mis gayatris,
El pincel de la creación.

En tu ausencia, padre, sin envidia alguna, nos dejas a madre luna,
que afectuosa arrulla el sueño de los ángeles dormidos,
La acompañan mil estrellas, tus hijas, luminosos hitos,
de la grandeza de tu espacio.
De esta semilla de mostaza que en servicio carga Ananta,
en una de sus mil coronadas cabezas.

Antes de tu amanecer se llena el cielo de silencio,
En la conquistadora paz de la noche, suena la caracola y humea el incienso,
La oración de los santos repasada en las cuentas de Tulsi,
¡Hasta que llegas tíº, junto con el trinar de los pájaros!

El gran Brahma, el guru original, te canta en su samhita,
Elocuente glorifica tu humilde e instructiva sumisión.

Bharata, retirado a la selva, te oró en cada amanecida,
¡Cómo ignorarte a ti, poderoso deva, luz del cosmos, padre sustentador?
Le robas al malévolo sus dí­as de vida,
Mientras que al bueno le acercas más a Dios.

Te elogio, te alabo, te saludo,
Con manos juntas, con genuflexión, con orgullo,
Por tu maravillosa existencia
Al brahmacari abstinente le recibes triunfal
Y alumbras la senda de esos yogis resueltos,
Que infatigables se adiestran para la más alta Verdad.

Mi hermano consciente te saluda,
Los Gandharvas, Kinnaras, Kimpurusas, las almas de gran elevación;
Te saludan las aves, las flores te saludan,
La noche dejó el rocí­o para ofrendarte su frescor.

Los sabios te saludan, creo que también la tortuga y el caracol:
«Buenos dí­as amado Surya, buenos dí­as señor sol»
Afortunados los niños que tu cara miran
Y en sus dibujos repiten tu alentador sonreí­r,
Amado dios de quien lo divino cultiva:
A cada paso tuyo, ¡haznos cantar el nombre de tu Señor!

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