Las Palabras

palabNo se pueden decir todas las palabras,
Mientras no suceda o anticipe cada hecho,
Éstas caerán como una rosa desabrochada,
Para suavizar tu camino con sus pétalos.

Se dirán, se dirán todas las palabras,
Ya vivido todo placer, toda angustia,
Y aprenderemos a hablar con la mirada,
Una vez ya agotadas las preguntas.

Ese día se pronunciarán encantadas,
Palabras de perlas, de aromáticas lilas,
Para liberar a las almas esclavas,
Que de su divino tesoro se olvidan.

Con su palabra el sabio adora,
Con su palabra el sabio investiga,
Armoniza, explica, conforma,
Aviva el amor, alienta la vida.

Su palabra revela la voluntad secreta,
Penetra los mundos que el incauto ignora,
Se vuelve poema, se vuelve gracia y esencia,
Se vuelve el néctar que otros sabios toman.

Concretiza la realidad más alta,
Y en esa pureza a la conciencia aloja,
La eleva al éxtasis, la encanta y exalta,
De lo ruin, mundano y bajo, la despoja.

Se deposita en el corazón de los sencillos,
Que aprecian la verdad como algo demasiado grande,
Como para entenderla con cristales y cuchillos,
Como para que se entregue a manos banales.

¡Esas palabras! ¡Flores del jardín del edén!
Las ocho capas de los mundos traspasan,
Enseñan la intensión, el rasa, la forma, el bien,
De la oculta trascendencia con sus fragancias.

Palabras que suspenden el alma en el ideal divino,
Palabras que sostienen el espíritu despierto y activo,
Palabras de fuego, de loto, de rayo, de roca,
Palabras que agitan al perverso y lo provocan.

Amo esas palabras, me nutren, me sustentan,
Me llevan a lo sutil, lejos de lo inmundo,
Me permiten vivir donde ya no se encuentra,
Competencia, envidia, codicia, ni orgullo.

Amo ese hablar de los que se sientan,
A repetir lo que oyeron de humildes Gurus,
Amo esas palabras que presentan,
Como el máximo logro el amor puro.

Amo esa palabra que salva a los hombres,
Del temor, la alienación, de la incertidumbre,
Que los rescata de este miserable mundo de nombres,
Y no descansa hasta llevarlos a la cumbre.

Amo esa palabra antigua, de miles de años,
Que con celo guardaron con amor los sabios,
Palabras rescatadas de labios austeros,
De Himalayas, de tirthas, de monasterios.

Esa palabra que encantó a los sabios amo,
Aquellas que les arrancaron lágrimas y risas,
Esas que pronunciaron con solemne cuidado,
Con las que lograron todas sus conquistas.

Esa palabra que se hizo amiga eterna del alma,
Que la salvó de los laberintos oscuros,
Que no permitió la reencarnación ni el karma,
Que la guió por jardines de buenos augurios.

Esa palabra guardada en el cofre del corazón limpio,
Al que sólo abren las llaves humildad y pureza,
Que siempre salen joviales, que dicen lo preciso,
Que a pesar del tiempo son prácticas y frescas.

Mas no gusto de la palabra que divide,
Que crea dogmas, fanatismos y sectas,
Que la hermandad entre los hombres impide,
Que despierta envidia, codicia y competencia.

De la palabra que hace insustancial al hombre,
Que lo insulta, violenta, que lo limita,
Que la verdad del éxtasis divino esconde,
Que lo hace rebaño, masa, y lo atemoriza.

No gusto de esa que crea soberbia,
Que hace a unos desdeñar a otros,
Que por orgullo o egoísmo se reserva,
Que sólo aprecia y reconoce lo propio.

Amo esas palabras que llenaron mil libros,
Mil libros con el dibujo de una eterna conciencia,
La eterna conciencia de Dios y de uno mismo,
Fin del sentir, del existir, y de las ciencias.

Esa palabra que nació como una flor,
Abonado el suelo con el esfuerzo y la paciencia,
Con el entusiasmo, con la buena asociación,
Y que un nuevo color, un nuevo perfume, presenta.

Sí, amo esa palabra testigo,
De un largo camino bien llevado,
Que sufrió amenazas y peligros,
Que pasó por dichas y calvarios.

Esa palabra fogueada y golpeada,
Esa palabra una vez prohibida,
Presa, evitada, insultada,
Que por amor se entregó escondida.

Esa palabra que grabó mi maestro,
En largos desvelos de perseverante seva,
Regalando al mundo esos secretos,
Que dan a las almas el néctar que anhelan.

Permitan mi artik, mi veneración, mi alabanza,
Permitan mi servicio a esas palabras santas,
Permitan que las repita con firme constancia,
Para que me bendigan y libren de mis anarthas.

Esas palabras amo, admiro, ¡me han salvado!
De un mundo lleno de hostiles propuestas,
Debo cuidarlas como tesoro amenazado,
Por rodearme de esos faros, de esas almas resueltas.

¡Comenzó la guerra de quien lucha por salvarse!
De las sutiles garras del maya enigmático,
De tus palabras ¡oh santo! Debe sólo aferrarse,
Y con amoroso sadhana superar los obstáculos.

Lo guiarás ¡oh Guru! Como amigo eterno,
Con tus palabras-canto que el silencio enjoyan,
Palabras-luz, que destacan el sendero,
Que elevan el alma a su asombrosa gloria.

De un modo u otro se agotarán las mil vidas,
Con las que azarosos tejimos tantos caminos,
Mas no se agotarán esas palabras amigas,
Que nos regalaron triunfantes nuestros destinos.

Y allí serán mágico canto divino,
El todo contenido casi en monosílabos,
Semillas abiertas en flores sedientas,
Dando libertad al amor cautivo.

Y así aquello que nació de una sílaba,
Que millones de símbolos fallaron en explicar,
Volverá a ser simple, pequeña semilla,
Que en el corazón puro se habrá de mostrar.

Ese Om, ese santo Klim que abusivo,
Pensé se generaron para mi placer,
Entiendo por fin debo servirlos,
Y se han vuelto fuente de interno bien.

Mágica palabra, descubridora de misterios,
Llévame a la fuente de la conciencia amorosa,
Vuélvanme un siervo, un siervo sincero,
Que no ande en el mundo mi alma afanosa.

Apéguenme a la luz de lo divino,
Háganme amar vuestra sutil pureza,
Que busque anhelante en vuestro sonido,
Ante todo peligro vuestra respuesta.

Sumérganme en vuestro mundo y así,
Sálvenme de lo burdo de lo atómico,
Enseñen a esta dura roca a percibir,
El divino juego del lila en lo cósmico.

Sacarán alas las palabras de vuestros jardines,
Y me llevarán a los sentires amorosos,
¡Oh cuándo! ¡Cuándo! Amigo mío, ¡dime!
Harás mi corazón puro y virtuoso.

Y nunca se callarán estas palabras,
Que hacen coro en los albores de la vida,
Que salvan de las penumbras de maya,
Y dan la Verdad en alabanza festiva.

Palabras que estrechan la unión con el sabio,
Palabras que nos comprometen con lo real,
Que imparten el éxtasis del iluminado,
Que llueven de la nube de la Verdad.

Palabras que ignoran la necia palabra,
Que no toleran el pretensioso silencio,
Que proclaman la gloria del que nos Ama,
Y que místicas nutren el sentimiento.

Quise decir todo a un amigo en un momento,
Todas las palabras, sentires y consejos,
Antes de irnos por los senderos del tiempo,
¡Y el santo nombre resumió todo eso!

La historia de Budha

budaHace unos dos mil quinientos años
En la pequeña provincia Bihar
Donde hoy deslinda la India con Nepal
Ocurrió el nacimiento del sabio.

El rey Suddhodana fue su padre,
Mayadevi su madre, alma pura,
Cuatro ángeles fueron a anunciarle
De su futura buena fortuna.

Todo prosperó en el reino
Cuando el niño hubo nacido
Rebosó el tesoro lleno
Por presentes recibidos.

A palacio llegó el sabio Asita
Al día siguiente de él nacer
A todos alegró su visita
Y le preguntaron su parecer.

Lloró el sabio al ver al niño
Y lamentó su vejez:
«No alcanzaré a dar oídos
A lo que de él debo aprender…».

Dijo que antes fue Sumedha,
Un brahmana renunciado
Que ahí recibió la tarea
De dar al mundo un cayado:

«Mira, – dijo la revelación –
Nacimiento, vejez, muerte, te atan
Halla el camino de salvación
Por el que el ser, del dolor, se aparta…»

Después ocho astrólogos vinieron
Siete anunciaron sería un gran rey
«Asceta será- dijo el octavo-
Dejará a un lado su linaje al ver
Cuatro hechos que al mundo dan socavo:
Dolencia, muerte, pobreza y vejez…».

Tal anuncio abrumó a Suddhodana
Quien ni deseaba ver a su hijo sufrir
El rigor de una vida consagrada
Ni dar el trono a sucesor no afín.

Al séptimo día su madre murió,
Y su abuela Anjana se hizo cargo de él…
«Que nada vea que le cause dolor…»
Fué la estricta orden emitida por el rey.

«Que ni una flor se marchite ante sus ojos
Que sólo conozca vida de placer
No vea tristeza, sólo alborozo,
Sólo belleza poned junto a él…

Que nada lo haga despreciar el mundo
Que no descubra su verdadera faz….»
(A muchos hacen esto, no sólo a uno,
Mas sólo unos pocos logran despertar).

A los dieciseis años quiso casarlo
Para así asegurar su futuro real
«Lo haré- dijo Siddharta, así llamado-
Pero con mujer de carácter ideal».

De buenos modales, modesta, veraz,
Tierna como una hermana, generosa,
Joven, bella, pero sin vanidad…
Sólo a alguien así tendré por esposa.

Tiempo tomó encontrar a Yasodhara
A quien ganó en competencia a otros príncipes
Un nieto le dio al gozoso Suddhodana
Mas lo anunciado aún debía cumplirse.

Pidió Siddharta ir a pasear
A los jardines de recreo
Ante esto el rey ordenó ocultar
Pobres, sucios, viejos, enfermos…

Más el príncipe pidió al cochero
Tomar un camino no dispuesto
Y a poco avanzar, con cierto miedo,
Vió pasar curvado, a un hombre viejo.

Dime, Channa, – al cochero dijo –
¿Qué pasa a ese hombre que así camina,
Arrugado, tembloroso, indeciso…?
Nunca vi a alguien así en mi vida.

Channa, obligado a responder, dijo:
«Es la vejez la que a este hombre aflige…»
¿Y todos la habremos de padecer?
Sí, dijo Channa, al inquieto príncipe.

Luego vio a uno afectado por lepra
«¿Qué es esto?» – preguntó muy dolido
«A este hombre la enfermedad le aqueja…»
«¿Y nos vendrá a todos?”…. ”Sí, es sabido…»

Luego pasó un cortejo fúnebre:
«¿Quién va ahí, sin moverse siquiera?»
«El ha muerto, príncipe, y no dudes,
Que a todos ese fin nos espera…»

Más adelante vio a un renunciante…
«¿Quién es, y porqué emana esa paz?»
«Él dejó todo, y sólo halló importante
Hollar el sendero de la Verdad…»

Desde ahí Siddharta no fue más el mismo
Presente tuvo que éste es lar de dolor
El rey hizo todo por impedirlo
Mas nada cambiaba su decisión.

Ni bellas danzarinas
Ni exquisitos manjares
Ni música de vina
Ni encantos temporales…

Una noche decidió partir del reino
Channa mismo lo llevó abatido en lágrimas
«Hasta no hallar cura al dolor no vuelvo»
Y cambió por trapos, su ropaje y espada.

Esto fue a orillas del río Anoma
Donde cortó su hermoso cabello
«No llores por mí- le dijo- llora
Por quienes sufren el cautiverio…»

«Levántense sin tardanza
Sigan vida de pureza
Virtud es bienaventuranza
En la otra vida y en ésta.

El deseo es la causa del dolor
El dolor no se aparta del placer
Libertad es correcta aspiración,
Correcto actuar, no violencia, hacer bien…»

Detuvo el sacrificio de animales
Y enseñó en su época normas de moral
No apoyó las muchas austeridades
Sí el meditar en el bien trascendental

Tras volverse Budha, el Iluminado,
Volvió a su palacio a instruir a su hijo
Dió su mensaje hasta los ochenta años
A sus miles de amados discípulos.

Budha nos eleva al nirvana
Al cese de variedad material
Más allá de ese vacío se halla
El cielo del reino espiritual.

Con su enseñanza nos prepara
Para amar un mundo de luz
Del que otros grandes nos hablan
Como Cristo y Mahaprabhú.

Elogio a Jesús

jesucComo hijo de María
Como hijo de José
Nació para bien un día
En un establo de Belén.

Tres reyes le trajeron:
Oro, incienso, mirra
Después que en el cielo vieron
Anunciada su venida.

Con doce años ya enseñaba
La esencia de la escritura
A quienes se aferraban
A una regla fría y dura.

Dios debe ser servido
Y a nadie deben mirar
Como amigo o enemigo
A todos deben amar.

Canten Su nombre divino
Entréguense a Su voluntad
Sigan fiel este camino
Pleno de vida y Verdad.

En casa de mi Padre
Muchas moradas hay
Tendré una para darles
Mi consuelo y amistad.

A Dios amen sobre todo
Da al vecino caridad
Como el sol vean el modo
De alumbrar a los demás.

No hagas a tu prójimo
Lo que evitas para ti
Ama, ama a los otros
Como te quieres a ti.

¿Y quién es tu prójimo?
¡Incluso quien te hizo mal!
Todo aquél que lleva el soplo
Del Padre Celestial.

Quien nace, crece y muere
Quien ves temer y llorar…
El amor del Padre se extiende
Al hombre, planta y animal.

Yo vendré a enseñarte
A enseñarte a servir
A tu puerta iré a golpearte
Diré:»¿Te acuérdas de mí…?».

No poseo ni una piedra
Donde apoyar mi cabeza
¿Quieres seguirme…? ¡sea!:
A Él da… tu vida completa…».

El saber es una lámpara
Ponle aceite y no la roben
Déjala en parte alta
Que alumbre en todo orden…».

Muchos milagros hizo
Para probar su santidad
Impartió mil principios
De amor y de humildad.

Quien su nombre cante
Tendrá la perfección
Quien en él se esperance
Hallará la devoción.

Mas necesitas un guía
De inspirada santidad
Para que día a día
Te oriente en la bondad.

Llevó su sacrificio
Al extremo de la cruz
Vió a todos como hijos
El pastor de beatitud.

A amar enseñaba
Su mensaje fue universal
«Quien a Dios escucha y ama
Lo vuelvo mi familiar…».

“No esperen que el mundo los ame
Éste sólo a los suyos quiere
Quien se averguenza de nombrarme
No merece que a mí se aferre.

Superior al mundo es el alma
Por ello, deja todo, y sígueme…
No acumules lo que se acaba…
Para dejarte mi paz vine…

Ama a tus enemigos
Ora por quien te persigue
Quien sólo aprecia al amigo
Como un ser corriente vive.

Que a mí venga el sencillo y humilde
Pues los últimos serán primeros
Será ensalsado quien se humille
Quien por mí llore hallará consuelo…»

Su dulce enseñanza
Despierta el amor por Dios
Su vida entera agracia
A quien busca salvación.

Jesús, Jesús, entregas
Abnegación y pureza
De fe intachable llenas
Libras de toda bajeza.

Siga el hombre tu camino
Descubra su tesoro interno
A tus pies hallará abrigo
Quien se esfuerce por ser bueno…
¡Qué sacrificio grandioso!
Por amor a la Verdad
Pobre queda todo elogio
A tan rendida santidad.

Aceptaste esos clavos
Que no eran para ti
No querías ver esclavos
De un oscuro existir.

Recibiste la corona
Como el rey del dolor
Emblema es de tu gloria
Por tu coraje de amor.

¡Oh pastor de mil ovejas!
¡Cuánta esperanza nos das!
Pues si alguna se te aleja
Tú la vienes a buscar.

Siga el hombre tu camino
De alegría y santidad
No andará aquí perdido
Sino tendrá tu solaz.

Científica Nescencia

cienc¿También te creíste el cuento, que nos cuentan como historia?
Que el Señor, ya por malo o por inepto, nos creó sin recursos ni memoria
Que en vorágine amazona, nos lanzó a una prueba de sobrevivencia.

¡Pues no fue así! Como lo pinta la ciencia, buscando la conveniencia
de hacer del hombre su servil.

Tampoco nos creó Dios, dejándonos en cero, para que con duro esmero,
Armemos lo que hasta aquí se armó.

Lo dicen los Vedas, lo dice también la Biblia
Que el Señor nos crea en un paraíso de sabiduría
Mas el hombre se niega a seguir Su sabio consejo,
Y al árbol de lo dual se arrima, para abrazar allí reflejos
Y dejando la Verdad, tras la mal llamada ciencia se encamina,
Con ella orgulloso afirma, que su teoría es lo real.

Niega el alma que da vida, todo atribuye a una explosión
Dios es sólo una energía, el mono es tu antecesor.

Mas no dan pruebas concretas, ya lo anticipó mi guru
Te dan sólo un cheque a fecha, te tiran para el futuro.

Premio Nobel para un burro, premio Nobel para dos,
Premio Nobel para el tercero, y para el cuarto engañador.

La ciencia verdadera consiste en amar a Dios
Hacer que el alma vuelva, al mundo superior.

No es analizar miserias; numerarlas, clasificarlas
Es saber salir de ellas, realizando que somos almas.

Han mentido ya lo ves, la lista es bastante larga
Niegan todo antiguo saber, toda escritura revelada.

Y así creímos el cuento aquél, que Dios nos puso en cavernas
Para mí quien no lo quiere querer, todavía vive en ella.