Bhumi sukla
Libro XII / Himno I /
Un himno de oración y de alabanza a Prithivī,
o a la deidad de la Tierra.
La Verdad es elevada y poderosa ley.
Es rito de consagración, de fervor.
Brahma o el espíritu, y el sacrificio,
sostienen la Tierra.
Que la Reina de todo lo que es y de todo lo que será,
que Prithivī, cree suficiente espacio para nosotros.
Ella, la que nos sostiene a nosotros, los hijos de Manu,
la de muchas alturas, lagos y llanuras;
que posee plantas dotadas con varios poderes,
que Prithivī se expanda y nos favorezca.
Posee ella también el mar, el Sindhu, y dulces aguas, gracias a las cuales nuestros cultivos de maíz y demás alimentos se pueden producir.
Que esta Tierra, que aloja todo lo que respira y que está llena de vida, nos dé una posición y una ocupación que nos forme y nos eleve.
Ella es la Dama que sostiene las cuatro regiones, gracias a la cual nuestros alimentos y maíz se pueden dar.
Eres dulce nodriza que nutre cuanto respira, a todo lo móvil. ¡Oh, madre Tierra!, provéenos con vacas con inagotable leche que otorgue todo bien.
¡Oh, Tierra!, donde los hombres de antaño se enfrentaron en tantas batallas. Donde los semidioses enfrentaron a los hostiles demonios , y que eres el hogar de aves, de vacunos y caballos, ¡oh bendita Madre!, ¡concédenos plena fortuna y esplendor!
Eres firme apoyo, todo lo sostienes, eres receptáculo de tesoros, de dorados pechos, (que son tus montes llenos de riqueza), y que albergas a todos los seres.
Que la Tierra, que posee a Agni Vaisvānara, que es consorte del poderoso
Visnu, nos bendiga con posesiones.
Que la Tierra, que Vaisvānara, nos proteja sin cesar mediante esos dioses que nunca reposan.
Que nos otorgue delicioso néctar, que nos inunde con su esplendor.
Ella, la que una vez flotó en las aguas del océano.
Cuyos poderes maravillosos fueron apreciados por los sabios. Cuyo corazón es el más elevado cielo por ser compasiva y llena de verdad infinita, que nos ilumine y nos otorgue el dominio propicio.
Día y noche fluyen en ella las aguas universales en un movimiento sin fin.
Que ella, con sus muchas corrientes, nos nutra con su leche
y nos llene de esplendor.
Ella, quien fue medida por los Asvins, que fue adornada con la huella de Vishnu; que Indra, señor de poder y fuerza, la liberó de muchos enemigos para todo bien.
Que madre Tierra derrame su leche en nosotros. Que siendo ella una hermosa madre, me vea como su hijo.
¡Oh, Prithivī!, que tus bosques nos otorguen plena bendición, que nos bendigan tus colinas y nevados.
Sin haber muerto, sin estar herido ni sometido, he puesto mi pie sobre la Tierra. Sobre esta bella Tierra marrón, negra y multicolor.
Tierra firme que Indra mismo resguarda de todo peligro.
¡Oh, Prithivī!, colócanos en medio de esas fuerzas que provienen de tu centro, de tu ombligo, ¡que todo ese poder aliente nuestras vidas!
Soy hijo de la Tierra. La Tierra es mi madre. Parjanya es mi Padre, que él me haga crecer.
¡Oh, madre Tierra!, en tu superficie se construye el altar, y los seres elevados lucen el cordón sagrado para poderte adorar.
¡Madre Tierra!, que prosperes tú, la que resplandeces con los fuegos del sacrificio, y haznos por favor a nosotros también florecer.
Al hombre que te odia, ¡oh, madre Tierra!, que de continuo nos agrede, que nos amenaza con armas mortales, somételo para el bien de todos, como ya en tiempos pasados lo pudiste hacer.
De ti generados, sobre tu cuerpo se desplazan las criaturas mortales.
Tú las posees, a todo cuadrúpedo y bípedo.
Tuyas son, Prithivī, las razas humanas, las que, a pesar de ser mortales,
Surya, el dios del Sol, las baña cada día con sus rayos de brillo inmortal.
Que todas las criaturas, en concierto, nos otorguen sus bendiciones.
Con la miel de tus sabios consejos, ¡oh, madre Tierra!, concédenos todo bien.
Bondadosa eres. Siempre graciosa eres madre Tierra, sobre la que caminamos.
Tierra firme, Prithivī, de la voluntad Suprema nacida. Madre de plantas y de hierbas. La que todo genera.
En vasta morada te has convertido, llena de gran poder.
Gran alarma hay en ti. Hay gran presión y perturbación.
Pero con incansable cuidado el gran Indra vela por ti.
¡Haznos brillar, oh Tierra!, con el resplandor del oro.
Que nadie nos mire con rencor.
Agni está en la tierra, en las plantas,
las aguas a Agni contienen.
Agni está en lo más profundo del hombre.
Agni reside en las vacas y en los corceles.
Agni da brillo y calor en el cielo.
Deseando la prosperidad los hombres encienden el fuego del sacrificio.
En la tierra ofrecen sacrificios y oblaciones a los dioses.
Hombres y demás mortales moran en la Tierra,
y se nutren de acuerdo a sus respectivas costumbres.
Que la Tierra nos conceda la respiración y el poder vital.
¡Prithivī, dame larga vida!
El aroma que proviene de ti, ¡oh, Tierra!, la fragancia
que cargan tus hierbas, tus florecientes plantas y aguas, es compartida por Apsaras y Gandharvas.
Hazme dulce, que nadie sienta odio por mí.
Tu aroma entra y vuelve encantador al loto.
Tu aroma embelesó la boda de Surya.
Que esa fragancia que ha sido recolectada por los inmortales de la Tierra, me vuelva una persona dulce.
Que nadie despierte odio por mí.
Que tu esencia en mujeres y hombres,
con la fortuna y brillo que trae dentro de sí,
que portan los héroes, los caballos, las bestias salvajes y elefantes,
que esa energía de las madres, nos una a todos nosotros.
¡Oh, Tierra! ¡Que nadie nos mire con rencor!
Esta Tierra hecha de piedra y polvo, se mantiene firme y unida.
A Prithivī, de dorado pecho, le he ofrendado mi adoración.
Todo lo sostienes Prithivi, incluso los grandes árboles, señores del bosque, se yerguen inmóviles encima de ti.
Ya sea que nos levantemos o estemos sentados, o que con nuestros pies recorramos tu cuerpo, perdona por favor nuestro peso sobre ti.
A ti me dirijo, Prithivī. La que purifica. La que es tan paciente. Que has adquirido tu poder por la gracia de Brahma.
¡Oh, Tierra!, nos inclinamos ante ti, que eres poderosa. Incrementa por favor nuestra porción de alimento y nuestra prosperidad.
Para purificar nuestros cuerpos fluyen tus aguas.
Que podamos contrarrestar toda impureza que nos agreda.
Yo me limpio, ¡oh, Tierra!, con todo aquello que purifica.
¡Oh, Madre!, sé dueña de las regiones del Este y del Norte, y de las que se encuentran en el Sur y el Oeste.
Cuídame por favor en todos mis actos.
Que en mi andar mi pie nunca tropiece.
No permitas que me pierda en el Este ni el Oeste, ni en el Norte ni en el Sur.
Agrácianos, ¡oh, bondadosa!
Que los ladrones no crucen nuestra senda.
Mantén las armas mortales muy lejos de aquí.
Que en todo mi alrededor pueda contar con Surya
como mi constante compañía.
Que a lo largo de los años no decaiga mi visión.
Que sin herirme, ni sentir malestar, pueda yo reposar en ti.
¡Oh, Tierra!, tú, que para cada uno reservas
un lugar donde descansar.
Que no te hieran mis surcos, ¡oh, Tierra!,
y que vuelvan siempre a producir.
¡Oh, Purificadora!, que no toque yo tus órganos vitales
ni hiera tu buen corazón.
¡Oh, Tierra!, agrácianos con tus veranos, con tus lluvias, con tus otoños e inviernos, con tu granizo y primavera en flor.
¡Oh, Prithivī!, con tus ordenadas estaciones, con tus días y tus noches, riéganos cada año con la abundancia de tu generoso ser.
¡Oh, Tierra!, que tienes al semidiós Indra
como tu poderoso y fuerte señor.
Concedes las arenas de sacrificio, y en ti,
los sacerdotes conocedores del Yajur
elevan sus salmos y sagrados himnos,
preocupados de que Indra pueda beber el Soma.
Sobre ti los antiguos rishis, que conforman el mundo,
cantaron por el bien de las benditas vacas.
Que ella, la Tierra, nos asigne la opulencia que añoramos.
Que Bhaga comparta y nos ayude en nuestras tareas
y que Indra lidere nuestras sendas.
Que ella, la Tierra, donde los hombres cantan y danzan,
con varios clamores y alegre bullicio,
donde los hombres se enfrentan en batalla,
y resuenan los gritos de guerra
junto con el retumbar del tambor,
que ella nos libre de nuestros enemigos,
que Prithivī me libre de mis enemigos.
Rindo mi homenaje a quien nos brinda el alimento,
como la cebada y el arroz.
A quien nos brinda los cinco sabores o rasas,
mi homenaje a ella, a la esposa de Visnu,
que tiene por médula la lluvia.
Tus castillos son obra de los dioses,
y los hombres hacen guerra en tus llanuras.
Que el Señor de la Vida, haga que Prithivī, que de todo nos provee
con su generoso vientre,
pueda satisfacernos en nuestras necesidades.
Que la Tierra, divina Diosa, que en muchos lugares guarda tesoros
en la forma de oro, de joyas y de toda variada riqueza,
que la que concede opulencia, nos otorgue con amor y benevolencia algunas posesiones.
Que la Tierra, que aloja a personas de variados idiomas,
que llevan a cabo ritos diversos
de acuerdo con sus distintas residencias,
como prodigiosa vaca que de continuo provee,
riegue con muchos riachuelos de tesoros
que puedan enriquecernos.
Que tus serpientes y escorpiones venenosos,
que permanecen ocultos,
se conserven invernando bajo el frío del invierno.
Que el gusano, ¡oh, Prithivī!,
y todo aquello que bajo la lluvia revive y se mueve,
nos ayude en nuestros cultivos.
Tienes muchas sendas y caminos por los cuales transitamos,
que podamos recorrerlos sin el peligro de ser asaltados.
Bendícenos con todas las bondades que posees.
Estás en amigable relación con el jabalí
y con los demás animales salvajes que deambulan por tus bosques.
A los animales carnívoros que devoran hombres, como leones, tigres, hienas, lobos, y a los malos espíritus,
mantenlos a todos ellos lejos de nosotros.
Lanza a la distancia a todos estos elementos adversos.
Complácete, madre Tierra, en establecer gratos lugares de residencia.
Tanto el cielo como la Tierra y el aire, que es el espacio intermedio,
nos han otorgado un amplio lugar.
Agni, el Sol, las aguas, y todos los dioses
se han unido para darme poder mental,
y que por su gracia podamos ser victoriosos
y verdaderos guardianes de la Tierra.
Eres poseedora de todo encanto y de toda gloria.
Tú, la creadora de las cuatro regiones.
En nuestros encuentros, cuando se reúnan nuestros pueblos,
hablaremos de esas glorias.
Solo hablaremos de aquello que es digno
de ensalzarse en ti.
Mientras el caballo levante polvo, crecerá nuestro número
y nos hospedaremos en ti.
Eres madre del mundo.
Con tu encanto de árboles y de flora.
Eres guardiana y protectora.
Sostienes la fauna, todo árbol y flor.
Digo estas palabras con agradecimiento y encanto,
por ello las pronuncio con dulzura de miel,
y al hacerlo me siento rodeado de amor.
Deslumbrante e impetuoso me siento.
Capaz de aniquilar todo mal.
Gracias a que eres templada, bondadosa, de dulce aroma.
Con tus pechos cargados con tu leche de ambrosíaco néctar.
¡Oh, Prithivī!, bendícenos con tu leche.
Adorada por Visvakarma, (el arquitecto del universo),
mientras flotas en el océano del espacio.
Eres nuestro barco, de sagrados misterios,
que para alegrarnos manifiestas a quienes aman
a toda madre igual a ti.
Que tu alimento materno nos nutra y aleje toda enfermedad.
Que Prithivī genere para bendecirnos con todo bien.
Que prolongue nuestra vida, que nos ilumine y nos haga observar.
Que seamos sus fieles sirvientes tributarios.
¡Oh, Tierra!, madre mía,
sitúame por favor en un lugar seguro y feliz.
En armonía con el plan Universal, sitúame, ¡oh, Sabia!,
en la gloria y en la riqueza del ser.