El trabajo de nuestro corazón

Los devotos pueden ver la forma del Purusa con sus ojos perfectos. En las Sagradas Escrituras está descrita esta forma, tal como dice el Señor Brahma, y se puede ver por ungir los ojos con el ungüento del amor por Dios.

Aprender a ver con amor, significa aprender a percibir el alma, eso es Paramahamsa.
En un verso del Noveno Canto del Srimad Bhagavatam, donde hablaba Jayati Maharaj, nos dice que estuvo muy apegado a su esposa Devayani, pero después de estar mucho tiempo con ella se dio cuenta que cuando una persona es lujuriosa se vuelve envidiosa de los demás. Cuando uno está disfrutando y ve a otro haciéndolo también, se vuelve envidioso.

La lujuria está acompañada de otros defectos, así como una cualidad trae consigo otra, así como al cultivar la humildad esta traerá consigo otras cualidades, así la lujuria traerá consigo todos los defectos.

Krisna dice en el Bhagavad Gita, Tercer Capítulo: “La lujuria cubre los sentidos, la mente y la inteligencia y de esa manera crea la ilusión”. La ilusión de que yo tengo el derecho de disfrutar independiente de Dios. La lujuria trae consigo ese tremendo ego. Si pudiéramos ver a Krishna, cómo es de tan bello, entenderíamos que Krishna es Quien tiene que disfrutar.

Así como cuando Sukadeva Goswami llegó a la asamblea de los sabios y todos se pusieron de pie. Con el simple hecho de verlo, se pusieron de pie y dijeron: “Tú eres el que nos tiene que instruir”. Eran grandes sabios, grandes gurus. De la misma manera cuando un devoto comprende que todo es para Dios, dice: “Krishna, Tú eres quien debe hablar y dirigir nuestra vida”. Esa ya es una forma de empezar a ver a Krisnna.

Cuando vemos a una persona refulgente, hermosa, calificada, automáticamente queremos servirla, queremos atenderla, queremos renunciar a lo nuestro para darle placer a esa persona. Entonces, si nosotros todavía estamos reticentes de servir a Krishna es porque aun no hemos apreciado plenamente Su belleza. Y si no hemos apreciado Su belleza es porque se asoma la envidia, como dice el Srimad Bhagavatam.

Jayati Maharaj dijo: “En realidad en algún momento hay que ponerle fin a este asunto”.
Entonces, a pesar de que Jayati había tenido experiencia de la vejez, cuando retomó su juventud se olvidó del estado de vejez que habia vivido y volvió a disfrutar de todo por mil años. Por fin se dio cuenta de todo y le dijo a su esposa: “Esto no puede seguir así, nunca termino con mis deseos lujuriosos y estoy así perdiendo mi camino hacia la autorrealización”. De esta manera al final recapacitó.

El concluyó: “Aquella persona que se da cuenta de lo inútil de los placeres de este mundo, incluso en los planetas superiores, y que siente que es lo mismo el éxito y el fracaso, es una persona que ya conoce el Ser”.

Gradualmente vamos conociendo el Ser. Cuando somos devotos, nos vamos dando cuenta de estas cosas.
Cuando te empiezas a dar cuenta que por estar condicionado a este mundo estás perdiendo lo etrno, cuando, a lo largo de muchas encarnaciones te das cuenta que todo lo que haces será destruido, que nada de lo que haces será eterno, te estarás comenzando a volver un conocedor del Ser. Te acercarás a la verdadera esencia de las cosas, lo que es la eternidad.

Krishna dice en el Bhagavad Gita Capítulo Dos: “Los sabios han concluido que no hay duración de lo inexistente ni hay cesación de lo existente”.

Los productos del mundo material son temporales, los productos de Krishna son eternos.

La persona autorrealizada se da cuenta que la felicidad en este mundo es la causa de los repetidos nacimientos y muertes y de que olvidemos nuestra posición constitucional, es decir, la felicidad en este mundo es la maldición más grande.

Vemos que el sufrimiento nos acerca a Dios mientras que la felicidad mundana nos aleja. Hay algunas personas que oran para tener felicidad mundana y la consiguen, pero no son verdaderos religiosos, solamente están utilizando a Dios como empresarios. El devoto no debe asustarse ni desanirmarse cuando está sufriendo o pasando por alguna situación adversa, porque ésta es la bendición de Krishna. El nos bendice para que nos disgustemos con este mundo.

Pero cuando hagamos nuestro verdadero trabajo ahí encontraremos la verdadera felicidad, cuando no hagamos diferenciación, cuando no rechacemos ni envidiemos; pero la mente siempre está haciendo alguna diferenciación. Si vemos una persona inferior la rechazamos y si es una persona superior la envidiamos. La mente es horrible, por ello debemos entrar al mundo del corazón.

El mundo del corazón es completamente diferente, en él, cuando ves una persona inferior tratas de ayurdarla, cuando ves a alguien superior tratas de seguirla. Es completamente diferente al plano mental. Por ello uno tiene que pasar de ese plano mental al plano del corazón, como dijo San Francisco: “Ya no quiero esperar más a que me amen sino yo tengo que a amar. Tengo que comenzar la acción”.

Si comienzo yo la acción vendrá una reacción. Pero las personas son tan perezosas en la era de Kali que ellos quieren ser amados sin amar, sin esforzarse por nadie. Amar es un trabajo, como muy bien lo explica Erick From, en su libro El Arte del Amar. Allí explica que el amor es un trabajo de la voluntad.

Por el poder de la voluntad uno puede conseguir ser disciplinado, ordenado, puntual, ser veráz; muchas cosas muy bellas. Esa es vida brahmínica, vida superior, vida de votos.
No es una vida negligente, entregada a la nada.

Cuando la persona no desea nada inauspicioso para los demás sino les desea el bien, esa persona va a tener una visión de igualdad, los va ver a todos como amigos. La visión más elevada ve a todos como amigos, como almas. Una persona santa siempre está pensando en el bien de los demás.
Un alma degradada es una persona enferma, hay que atenderla.

Al hacer un trabajo con nuestro corazón vamos a poder mejorar nuestra visión. Todo parte del corazón. De acuerdo a lo que tenemos en el corazón eso será lo que veremos. Si mi corazón está puro veré solamente almas, si mi corazón está contaminado solo veré cuerpos, amigos, enemigos. Lo que la mente quiere disfrutar o rechazar, toda una lujuria.

Así que el verdadero trabajo es el de descubrir el mundo del alma; el mundo luminoso, decía Srila Sidhar Maharaj. Eso hay que descubrir, sino es pasar toda la vida en la pobreza, sin saber que tenias un tesoro en el jardín de tu propia casa y nunca te lo dijeron.

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