Meditación Pasajera

Meditación Pasajera

El mundo perfecto sólo puede ser comprendido por el perfecto. Cuando el imperfecto quiere mejorar lo perfecto, lo vuelve imperfecto, cuando venera  lo perfecto, se perfecciona.
La sabiduría es sólo entendida y apreciada por los sabios. El hombre común prescinde de su existencia.

La especulación no puede darte la luz porque es un estado perdido…

Sólo el que pide la luz recibe la luz por la senda de la humildad,
no el que quiere aprehenderla con el orgullo de su elucubración…

El imperfecto que ama su pensamiento independiente permanece en la imperfección y la transmite e impone a los demás…
De este modo, los petulantes especuladores crean su propio infierno ajeno a lo divino, pero las almas antiguas y sabias van tras la huella de los iluminados y se bañan en esa luz libres de toda decepción.

Tan sólo observa la anatomía del cerebro. ¿No es acaso como un intestino con ideas nauseabundas? Y observa ahora la forma de tu corazón. ¿No es acaso como un maduro fruto que anhela entregar su dulzura?

La gracia es para el que la solicita…

La sabiduría está presente en el corazón que ambiciona alabarla y difundirla.
Cuando no veas más salida que la sabiduría, ahí vendrá ella como una guía casta a buscarte.

Cuando tu anhelo sea la Verdad, la felicidad, el amor, lo cierto, lo verdadero, lo perdurable y sustancial, en ese entonces estarás despertando a tu ser, a tu realidad, y para ti empezarán a abrirse los cielos.

Busca arriba. No temas. Busca arriba. Por encima del sol está el reino de tu conciencia. Allá está tu casa. Tu hogar verdadero. No luches por establecerte en el mundo que te asesina.

Le pido yo: «que su vida, sea en subida».

Hay quienes siempre suben, hay quienes siempre bajan… Tienes libertad para elegir tu bandada…

En el mundo de la luz puedes ver, mas en éste, el de la oscuridad, sólo avanzarás a tientas con la tenue y muy escasa luz de la razón, la cual está sólo destinada a desplazarse en el submundo de los átomos, tal como a tus pies no se les invita a caminar sobre las nubes.

Razón y lógica son sólo una droga más que prometen alzarte a la certidumbre, pero que nunca escapan a la red de la elucubración incierta.

Un ‘maestro’ afirma una cosa, otro, afirma otra… De esta manera el alma se angustia y piensa que no hay verdad verdadera, piensa que cualquiera puede elucubrar y jugar con ella… Esto es porque no ha ganado aún el llamado de Dios, donde se hallan todas las respuestas, y para ello se le aconseja ocuparse en obras buenas.

Sólo el amor divino puede elevarte a la Verdad Absoluta que es el Amor Divino. Este amor divino se logra por servir con humildad y obediencia a quienes lo poseen.

En este Amor Divino son Dos los que se aman. Son los dueños del amor. Son el Amor y su Objeto. Son los Reyes. Tienen Su trono. Tú eres hijo y habitante de ese tan excelso reino. Los verdaderos maestros, por cierto, sólo anhelan darte este tesoro.

Y Mahaprabhu vino, con tanta dulzura, con tanto amor, con tanta bondad y gracia. Golpeó cada puerta y solicitó: «¡canta el santo nombre y danza!» ¿Ahora que ha llegado al portal de tu espíritu, Lo dejarás seguir de largo por seguir atado a lo que te quebranta? ¿O tomarás Su bendita mano para que te arrastre al servicio de los amores de La Pareja Divina?

Si la novia recibe una flor, no es para que estudie la flor, sino para que busque al amado.

En mi búsqueda de la Verdad, ¡ay, crucé los más áridos desiertos! ¡Por espinadas sendas me llevaron los varios filósofos del mundo! Pero cuando pensé que ya moriría de sed, ¡me volví el más afortunado! ¡En mi tortuosa búsqueda encontré a mi Señor cantando!

Mientras más inteligente, mejor puedes ver la mano oculta que mueve al mundo. Los necios, sin querer despegar los pies de la tierra, ¡pretenden alcanzar la luna!

Ser un buen hijo es poderoso, ser un buen padre, una buena madre, esposo o esposa, te vuelve poderoso. Ser un buen ciudadano, un buen jefe o gobernante, te vuelve poderoso. Ser bueno te vuelve poderoso. Y para ser bueno simplemente hay que tener amor. Y porque amar es lo más dulce y bello, no debería costarnos la bondad. Sólo el enfermo desamor es el que nos inclina al mal.

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